Virtute vixit — memoria vivit — gloria vivet
El encanto de Dom Eugène Cardine se caracterizaba por su fineza, su delicadeza y su gran corazón, que en parte había heredado de su madre. En el primer contacto, a uno le impactaba su entusiasmo, su disponibilidad, su sonrisa, disposiciones que él recomienda en algunas de sus cartas de consejos espirituales que hemos podido recopilar. Su humildad se manifiesta en sus repetidas peticiones de oración para que le sea concedida esta virtud, junto con la paciencia y el desapego por lo material, «la santidad con la gracia de las renuncias que implica». Esta gracia le será concedida sin duda alguna en sus últimos 39 meses de vida, cuando la parálisis lo obligue a depender de los demás. En el fondo, practicó y aconsejó una espiritualidad de la obediencia por amor a Dios, en total coherencia con su profesión monástica, según el estilo de simpleza, de modestia y de claridad que le eran propios. Es de esos hombres cuya memoria permanecerá bendecida, como escribe un amigo, franciscano de Palermo, que considera poder aplicarle el elogio formulado en una inscripción de la basílica Santa María de los Ángeles en Roma: Virtute vixit — memoria vivit — gloria vivet.
Biografía interactiva realizada a partir de la nota biográfica publicada en la Lettre aux amis de Solesmes 1988 / 2 por Dom Louis Soltner, monje de Solesmes.