Vida benedictina


Monseñor Suhard, obispo de Bayeux, le dio el exeat:

¡Ya que tanto le gusta el gregoriano — dijo al vicario general — pues que se vaya allí!

El 3 de octubre de 1928, Eugène Cardine cruzaba la puerta del monasterio junto a un joven sacerdote de la diócesis de Sées, el padre Pierre Moulinet. Más tarde, en 1934 y tras la adopción de un nuevo antifonario monástico, los cantores más veteranos cedieron su puesto a los más jóvenes: Dom Moulinet se convertiría en primer cantor y Dom Cardine en segundo cantor. La comunidad solesmense había regresado de su exilio en Inglaterra seis años antes. Fray Cardine profesó sus primeros votos el 29 de junio de 1930 y sus votos solemnes tres años más tarde. El 2 de septiembre de 1934, Monseñor Grente, obispo de Le Mans, le otorgaba el sacerdocio. Sus obligaciones como estudiante de teología anuncian las cualidades de sus futuros trabajos: claridad, simplicidad, exactitud; van a lo esencial, sin alardes literarios. Pequeña y regular, su escritura es la que tantos de sus contactos aprenderán a reconocer.

Equipo solesmense de Paleografía


Ya desde el noviciado, se le designó para el acompañamiento del canto. Deseoso de profundizar en la cuestión, se puso a interrogar las fuentes, a frecuentar los manuscritos. Una vez ordenado sacerdote, se le encomendó al equipo solesmense de la Paleografía gregoriana, dirigido por Dom Joseph Gajard. Ahí se encontraba con el recuerdo de los grandes obreros de la restauración gregoriana: Dom Pothier, Dom Mocquereau, fallecido unos años antes (1930).

Libros de canto neumados


Primero trabajó en los himnos y las secuencias, así como en la adaptación y la comprobación de los propios de las diócesis y congregaciones religiosas. Su pasatiempo consistía en trascribir los neumas, esos antiguos signos musicales de los manuscritos gregorianos, encima de la pautada de su Gradual, siguiendo así la práctica habitual de los miembros del Taller de Paleografía. En efecto, poseemos diversos libros litúrgicos neumados por Dom Mocquereau, Dom Ménager, Dom Beyssac, entre otros muchos colaboradores. Este minucioso trabajo dará origen al Gradual neumé, publicado por Solesmes en 1966. En esa misma línea de trabajo, algunos discípulos de Dom Cardine (Rupert Fischer y Marie-Claire Billecocq) llevarán a cabo años después el Graduel triplex (1979), añadiendo a la edición moderna los neumas de dos familias manuscritas importantes.

Dotado de un don de observación poco común, su labor le hizo divisar nuevos horizontes, antaño vislumbrados por Dom Mocquereau (extracto sonoro del Congreso celebrado en Roma en abril de 1904 con motivo del XIII Centenario de San Gregorio Magno):

Desde 1935 — recuerda uno de los amigos de nuestra abadía — me desvelaba en el scriptorium, lápiz en mano, los inicios de la aventura en la que se estaba embarcando.

Segunda Guerra Mundial


Cuando fue movilizado en abril de 1940 y pasó de su apacible monasterio al cuartel de Chanzy du Blanc, en l'Indre, su frágil salud le hizo sufrir. Sólo fue camillero del batallón. El fracaso militar de junio propició una huida hacia el sur y las marchas militares nocturnas permitieron a su unidad escapar del cerco de las tropas nazis. En el momento del armisticio, se encontraba en Haute-Vienne, en Mézières-sur-Issoire. Volvió al cuartel de Chanzy du Blanc a esperar la desmovilización, y sólo a principios de agosto pudo regresar a Solesmes a cuya comunidad se le había amputado una veintena de monjes por el cautiverio. Dom Moulinet había caído en combate el 11 de junio de 1940 en l'Aisne: tomó entonces su puesto como primer cantor. Se le asignó el cargo del economato, que no era en absoluto una tarea fácil en aquellos años. Por falta de tiempo, se vio obligado a reducir sus investigaciones musicales, aunque no por eso cesaron: sus noches fueron más cortas, un mero detalle que casi no le molestaba.

Anfitrión en Solesmes


Conforme a la tradición establecida en Solesmes, Dom Cardine recibía también a los huéspedes gregorianistas o que guardaban relación con la música como Don Luigi Agustoni y Dom Gregorio Mª Suñol, Dom Raffaele Baratta que será a la postre compañero suyo en el PIMS, Dom Helmut Hucke, Don Luigi Sessa, Dom Paul Quivy, los Padres Fausto Santa Catarina y Linderman o la Nova Schola Gregoriana con su director Don Alberto Turco. Se le dio incluso el caso de presidir en Sablé un concurso de pequeños coros parroquiales de la región: conquistó a todos por su simpleza, su bondad y la sensatez de sus consejos.

Edición crítica del Gradual Romano


Se acercaba la hora en la que su existencia se vería considerablemente alterada. En 1948 se recibió en la abadía a un religioso encargado por su Orden de responsabilidades musicales. Dio cuenta de su intención de preparar una edición crítica del Gradual. Siete años le bastarían, pensaba. Dom Cardine se estremeció al oírle y redactó inmediatamente un informe para su padre abad Dom Cozien: Solesmes se veía en la obligación de no tardar en ponerse manos a la obra, si no quería que se le adelantaran. En el Congreso Internacional de Música Sacra celebrado en Roma en mayo de 1950, Dom Cardine anunció oficialmente el proyecto, exponiendo la necesidad, las ventajas y el método de esta edición crítica (cf. Revue grégorienne, 1950, pp. 202-209). El trabajo sería largo y complejo, pero la publicación en 1935 del Antiphonale missarum sextuplex por Dom R.-J. Hesbert parecía ya una invitación. Una primera etapa acometería trabajos sobre el conjunto de la tradición gregoriana. Una segunda presentaría las familias de manuscritos. Se trataba de hecho de delimitar las diversas estratificaciones del repertorio litúrgico en uso, de eliminar las piezas demasiado tardías, de presentar solamente las composiciones auténticas, en su forma original, lo que ofrecería a los musicólogos un buen instrumento de trabajo. Los tres niveles de restitución (textual, neumático y melódico) permitirían establecer el texto crítico ofreciendo el arquetipo de cada pieza. El trabajo estaba ya en marcha en Solesmes, partiendo de 600 manuscritos de entre el siglo IX y el XVI procedentes de todos los países de Europa occidental. No se trataba de publicar un nuevo libro de coro, sino de proporcionar una base científica y un instrumento de trabajo bien adaptado para las investigaciones posteriores.

Se constituyó un equipo de especialistas en Solesmes, con Dom Jacques Froger, versado en la crítica de los textos literarios, Dom Jacques Hourlier, paleógrafo e historiador experimentado, y Dom Cardine para la cuestión musical gregoriana propiamente dicha — y todo bajo la responsabilidad de Dom Gajard. Monseñor Anglès, director del Instituto Pontificio de Música Sacra, había aplaudido el proyecto que Dom Cardine había ido a presentarle.