El día de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, después de que sus hermanos de comunidad cantaran las Segundas Vísperas de Navidad, apenas unos minutos transcurridos desde que el coro de monjes entonara la antífona del Magnificat Hodie Christus natus est, nos dejaba nuestro p. Laurentino. Reconfortado en la paz de Cristo y atendido en todo momento por sus hermanos, una agresiva enfermedad acababa con sus días terrenales para pasar a formar parte del coro celestial del que, seguro, forma parte ya participando en lugar privilegiado.
Dom Laurentino Sáenz de Buruaga fue uno de los impulsores de la Asociación Hispana para el Estudio del Canto Gregoriano (AHisECGre) y como su primer secretario realizó muchas de las labores administrativas de constitución de la misma. Él fue quien propició que la AHisECGre colaborara con la Abadía de la Santa Cruz de Valle de los Caídos a partir de 2003 en la realización de las Semanas de Estudios Gregorianos que se celebran en la abadía desde 1979. Así mismo el p. Laurentino fue el artífice de la venida de dom Cardine a la primera Semana de Estudios Gregorianos en 1979 inaugurando así las visitas de ilustres maestros que impartirían sus enseñanzas posteriormente como profesores invitados: Nino Albarosa, Johannes Berchmans Göschl, Alberto Turco, Herminio González, Daniel Saulnier, Giacomo Baroffio, Olivier Cullin, Alexander Schweitzer, Marco Gozzi, Giovanni Conti, Maurizio Verde…
Nacido en Gauna (Álava) en 1931, tras pasar por el seminario de Estíbaliz, se incorpora a la Abadía Benedictina de Santo Domingo de Silos donde realiza sus estudios musicales principalmente con dom Germán Prado (+1974) ampliándolos posteriormente en la Abadía de san Pedro de Solesmes (Francia) con dom Joseph Gajard (+1972), dom Jean Claire (+2006) y dom Eugène Cardine (+1988), diplomándose posteriormente en Dirección e Interpretación del Canto Gregoriano en el Instituto Gregoriano de París con profesores de la talla de Henry Potiron (+1972) o August Le Guenant (+1972).
En 1958 le destinan los superiores a la recién creada Abadía de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Prácticamente desde su fundación dirige la Escolanía de dicha Abadía en la modalidad de Canto Gregoriano. Del 1979 hasta el 2000 dirigió también el área de Polifonía de la Escolanía, cargo que volvió a retomar en el 2008. Igualmente ha desempeñado el cargo de Maestro de Coro en la abadía en distintos períodos.
Diplomado en Pedagogía Musical, Conjunto Coral y Polifonía en los Cursos Internacionales de Santiago de Compostela y de Brujas (Bélgica) teniendo como profesores entre otros a Safford Cape (+1973). Tiene en su haber la dirección de varios LP’s y CD’s, principalmente de Canto Gregoriano, Mozárabe y de Música Antigua. En enero de 1984 fundó y hasta 1996 dirigió Schola Antiqua, grupo formado por antiguos escolanes de la Abadía especializado en monodias latinas y primitivas polifonías. Su labor al frente tanto de la Escolanía como de Schola Antiqua está salpicada de centenares de conciertos por todo el mundo con diferentes repertorios, principalmente Canto Gregoriano.
El p. Laurentino realizó una importante labor en lo que se refiere a la organización de la música postconciliar en lengua vernácula, no solo promoviendo cursos de liturgia en la propia abadía a los que invitaba a compositores como Luis Elizalde, Miguel Alonso o Juan Alfonso García, sino como compositor y adaptador de las melodías de oraciones y prefacios que aún hoy son interpretados por todo el clero y fieles hispano-hablantes. En conversación con los monjes benedictinos de la Abadía del Valle, hasta hace solamente unos días, el p. Laurentino se encontraba trabajando en la musicalización de nuevos textos de prefacios por encargo del Secretariado de Liturgia de la Conferencia Episcopal.
Hombre de prodigiosa y cálida voz, de una extraordinaria intuición, buen conocedor de los secretos vocales de la impostación, sobre todo en los niños, logró conseguir una unificación de timbres que durante décadas sería la seña de identidad de la Escolanía, educando la voz a generaciones y generaciones de pequeños cantores. A todas estas cualidades hemos de añadir su trato amable y cercano, su capacidad resolutiva y su religiosidad, manifestada por su veneración a la Virgen María y a los santos de la orden de san Benito.
Gracias, padre Laurentino, por habernos formado no solo en la música, en su belleza, sino también en la vida. Por habernos insuflado ese amor al Canto Gregoriano, insistiendo siempre en la importancia de una buena técnica vocal para poder acometer el repertorio. Siempre fiel a las palabras de san Agustín “Qui bene cantat, bis orat” era muy consciente de que una buena interpretación llega mejor no solo a los que aún peregrinamos en este mundo, sino también a las esferas celestes.
Descanse en paz.
Juan Carlos Asensio.
Presidente de AHisECGre